El turismo de vida silvestre ha experimentado una disminución significativa en el número de visitantes debido a la pandemia de coronavirus, pero esto podría no ser necesariamente algo bueno. Lugares como el Amazonas, una de las Nuevas 7 Maravillas de la Naturaleza, ahora luchan y piden a los gobiernos apoyo económico.
Por ejemplo, la Eco-Reserva Serere en la parte boliviana de la selva amazónica es una de las áreas con mayor biodiversidad del planeta. Según la administradora de la reserva, Rosa María Ruiz, el mantenimiento es posible gracias al apoyo de ecoturistas extranjeros que pagan alrededor de $100 dólares por día en reservas con todo incluido cerca de la naturaleza.
Cuando llegó la pandemia de coronavirus, los ingresos de Serere se detuvieron y Ruiz tuvo que recortar el personal de 40 a 7 trabajadores. “No podemos seguir al ritmo que estamos ahora sin ningún tipo de apoyo”, declaró a la prensa resumiendo la situación en el sector del turismo de vida silvestre.
Según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), en 2019 el valor directo del turismo de vida silvestre fue de US$120 mil millones. Genera aproximadamente 21,8 millones de puestos de trabajo en todo el mundo y es especialmente importante en África (donde representa el 36,3% del sector de viajes y turismo), América Latina (hasta un 8,6%) y Asia (5,8%). Algunas de las Nuevas 7 Maravillas de la Naturaleza se pueden encontrar en estos continentes, como la Montaña de la Mesa, en Sudáfrica; las Cataratas del Iguazú en Brasil y Argentina; así como la bahía de Halong, en Vietnam y la isla de Komodo, en Indonesia.
La presencia de turistas es un ingreso sólido para guardabosques, programas veterinarios y centros de rescate de animales. También proporciona una fuente vital de ingresos para las comunidades locales.