Miles de personas llegan a Roma en estos días para atravesar la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, que en solo dos semanas ya han cruzado más de medio millón de personas. Y es que miles de turistas han hecho coincidir sus vacaciones con el Jubileo para aprovechar lo que consideran una oportunidad única para los creyentes.
La capital italiana es, más que nunca, el epicentro del mundo católico, con personas de todos los rincones del planeta que llegan a la ciudad con motivo del Año Santo 2025.
El pasado 24 de diciembre el papa Francisco abrió la Puerta Santa de la basílica de San Pedro para inaugurar su primer Año Santo ordinario, aunque instituyó uno extraordinario en 2016 dedicado a la misericordia.
Desde entonces, más de medio millón de peregrinos han atravesado la entrada y se espera que durante todo el año 32 millones pasen por la apertura que les ofrecerá la indulgencia plenaria.
Además de visitar las «Puertas Santas», la gente recorre los principales atractivos turísticos de Roma, entre los que se destaca por ejemplo el Coliseo, una de las Nuevas 7 Maravillas del Mundo.
En ese sentido, Daniela- una turista argentina que visitó Roma junto a su novio- manifestó que «siempre quise conocer Roma, caminar por el coliseo e imaginar toda la historia que pasó por ese lugar mágico, para mi fue único poder estar ahí. Y claro, de paso también pasamos por las Puertas Santas y aprovechamos para agradecer a Dios por todo y por este viaje maravilloso que nos permitió hacer».
En la tradición católica, el Jubileo o ‘Año Santo’ es un tiempo dedicado “a consolidar la fe y la solidaridad” que se celebra cada 25 años, durante el cual la Iglesia concede indulgencias o el perdón de los pecados a todos aquellos que hagan obras de caridad y atraviesen algunas de las Puertas Santas: en San Pedro o en las otras basílicas romanas.
De acuerdo a Infobae desde el 5 de enero, cuando se abrió la Puerta Santa de San Pablo de Extramuros, los fieles pueden cruzar las cuatro Puertas Santas de las basílicas papales romanas: además de la de San Pablo y la de San Pedro en el Vaticano, también la de Santa María La Mayor y la de San Juan de Letrán.